26 de septiembre 2018
Estados Unidos
Auatores: Efraín Díaz, Íñigo Fernández, Patricia Carrera y Jimena Galiana.Grado en Farmacia – Microbiología. Grupo 04.Universidad CEU San Pablo
La sífilis es una infección bacteriana causada por la bacteria Treponema pallidum. Esta bacteria, que es una espiroqueta, se suele transmitir por contacto sexual. La enfermedad comienza con una inflamación sin dolor en los genitales, el recto o la boca. Estas inflamaciones son las causadas por la bacteria, cuando entran en contacto con la piel o las mucosas de otra persona, aprovechando ulceraciones para alcanzar los tejidos subepiteliales. Es entonces cuando se produce el contagio.
Una vez se ha producido la infección inicial, la bacteria puede permanecer latente en el organismo durante décadas, antes de activarse de nuevo. La sífilis temprana se puede curar sola o con inyecciones de penicilina. Sin el tratamiento adecuado, podría llegar a dañar de forma grave el corazón, el cerebro y otros órganos, llegando a ser capaz de causar la muerte. Además, si la sífilis no se trata, podría contagiarse de una mujer embarazada infectada al feto, durante su estado primario y secundario, y a veces al principio del periodo de latencia.
Los casos de sífilis congénita han aumentado a más del doble en Estados Unidos desde 2013, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC). Ocho de cada diez mujeres embarazadas que tienen sífilis sin tratar, se la trasmitirán a sus bebés. Esto puede llevar a la muerte del feto o del recién nacido en más del 40% de los embarazos afectados.
El tratamiento llevado a cabo en las embarazadas infectadas es la penicilina. Por esa razón, los CDC recomiendan que todas las mujeres embarazadas se hagan pruebas en las etapas iniciales de su embarazo, a las 28-32 semanas y al momento del parto. Si la madre no se ha tratado, sería el bebé el que recibiría el tratamiento con penicilina.
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