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La malaria no deja de sorprendernos

Autor: Fco. Javier Carrasco Tellez. Alumno de 3º de Farmacia

Un estudio llevado a cabo en el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) arroja luz sobre el ciclo de vida de uno de los parásitos causantes de malaria, concretamente de la conocida en España como «fiebre terciana maligna» (Plasmodium falciparum). Este centro, impulsado por la Fundación Bancaria «la Caixa», puede haber descubierto un nuevo punto de acción para evitar el contagio de esta enfermedad.

Este parásito solo puede transmitirse a los mosquitos si en sangre humana se diferencia en células que permitan su reproducción sexual, los gametocitos, y así perpetuar su ciclo de vida. Hasta ahora se pensaba que a esta conversión le precedía necesariamente una reproducción asexual. Ahora, sin embargo, no estamos tan seguros.

Aunque no se sepa mucho sobre el proceso de conversión entre estas fases, ahora se conoce algo más: el equipo liderado por Alfred Cortés ha logrado demostrar que el paso por la fase asexual no es necesario. El parásito puede tornarse directamente en un gametocito.



Para este descubrimiento, los investigadores siguieron la proteína PfA2-G en estos parásitos. Esta proteína era conocida por expresarse únicamente en el momento en el que las células que se encuentran en ciclos de reproducción asexual se diferencian a gametocitos. Mediante técnicas de última generación, utilizando un complejo bacteriano recientemente descubierto: CRISPR-Cas9, marcaron esta proteína con un fluorocromo.

En un estudio in vitro, el equipo pudo comprobar que ciertos parásitos «se saltaban» la fase de reproducción asexual, hasta ahora percibida como inexorable. En palabras de Cortés: «el momento en que el parásito “decide” convertirse en un gametocito puede ocurrir antes de lo que pensábamos». Sin embargo, advierten que se necesitarán más estudios para esclarecer cuándo el parásito opta por qué ruta in vivo.

Los investigadores creen que esta «vía rápida» puede ser un mecanismo para asegurar la transmisión especialmente en situaciones de peligro. Por ejemplo, ante un tratamiento con fármacos, el parásito necesita saltar al siguiente hospedador lo antes posible, para asegurar la proliferación y la consecuente supervivencia de la especie. Esto supone una diferenciación a las células sexuales lo más temprana posible.

Esta transmisión humano-mosquito supone para la salud pública un punto clave del ciclo: si acabamos con ella, el parásito no podrá seguir extendiéndose. De este modo, este nuevo estudio puede suponer un nuevo avance en la profilaxis de esta enfermedad: entender mejor el ciclo de vida, especialmente qué fases son cruciales y cuáles no, asienta las bases para la actuación en su contra.

Este estudio demuestra además la necesidad del replanteamiento constante de las hipótesis en la ciencia. Como Cortés afirma: «aunque su ciclo de vida se describió hace más de 100 años, no deja de sorprendernos». Nuevos descubrimientos pueden proceder de teorías ya conocidas… o que así se creen hasta que se demuestra lo contrario.

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