Autores: Ana Sánchez Lorenzo, Belén Santos Neila, Íñigo Santiago Sánchez Rivero y Javier Tello Marqués
13 de septiembre de 2018
Clase: Grupo 04 Facultad de Farmacia. Universidad San Pablo, CEU.
El pasado 21 de junio de 2018, se detectó un nuevo caso de la enfermedad de la rabia en Valladolid donde una mujer sufrió el ataque directo de un murciélago. Este hecho se repitió tan solo dos días después, en Huelva, donde el mordisco de otro murciélago atacó a un joven varón.
Ambos casos se encuentran bien tras haberles aplicado a tiempo el tratamiento antirrábico requerido: lavado y desinfección de la herida; una terapia antiviral agresiva mediante vacunación postexposición, e inyección de dosis de inmunoglobulina. También, nos encontramos con otros tratamientos como el uso de interferón, anticuerpos monoclonales, rivabirina, etc. Y, Además, el hecho de que los pacientes llevasen consigo los murciélagos causantes, pudo ayudar a mejorar el tratamiento y verificar que estos actuaban de reservorios al ser portadores del Lyssavirus Europeo de Murciélago tipo 1 (EBLV-1).
El virus de la rabia forma parte de la familia de virus Rhabdoviridae y en este caso pertenece al tipo Lyssavirus. Son virus envueltos con forma de proyectil que producen diversas patologías en el sistema nervioso central (SNC) pudiendo llegar a ocasionar, entre otros: fiebre baja cambios en el estado de ánimo, náuseas y vómitos, fotofobia, babeo y convulsiones, parálisis, espasmos, dolor muscular, etc. y si no se llega a tratar con rapidez y consigue desarrollarse, en casi todos los casos, produce la muerte del paciente (avance casi imparable de la enfermedad).
Cuando el virus entra en el organismo de una persona, empieza a extenderse por las células nerviosas hasta alcanzar el cerebro, donde ya se puede desarrollar definitivamente y llegar a matar al paciente.
Los murciélagos son uno de los principales reservorios de este virus junto a perros, zorros, gatos, lobos, … Estos animales infectados (tanto salvajes como domésticos) pueden enfermar, pero en su gran mayoría actúan como portadores asintomáticos del virus con capacidad para transmitirlo a otros seres vivos (animales, hombre, etc.) al entrar en contacto a través de una mordedura del animal (herida) o cuando el virus entra en contacto con la saliva del hombre. Raramente esa transmisión se realiza por otros medios como por contaminación de las membranas mucosas (ejemplos: ojos, nariz y boca) son capaces de transmitir la enfermedad a otros seres vivos.
Algunas medidas profilácticas son: evitar el contacto con dichos animales con comportamiento más agresivo debido a la enfermedad, y si se produce una mordedura del animal, es necesario que se lave bien la herida con agua y jabón, y acudir de inmediato a la red sanitaria pública.
Bibliografía:
URL imagen: https://omicrono.elespanol.com/2016/04/virus-de-la-rabia/
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